Es común ver por las estrechas calles de Cuenca una mixtura de colores sorprendentes, tal cual una aurora boreal; parecerá un tanto exagerada esta aseveración, pero quien la ha visitado puede dar fe del hecho. No solo por su óleo de colores, sino más bien por la cultura que se respira a cada paso en esta ciudad centenaria. Por este motivo en 1999 fue considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad. Y no podría ser de otra forma, puesto que su marcado sello colonial es muestra insigne de su belleza. Basta nombrar sus balcones de madera y hierro forjado, sus numerosas iglesias adornadas con detalles de pan de oro, mármol, sin olvidar de sus esculturas que dan cierto misticismo y encanto, y como no, sus altares mayores muchos de ellos barrocos, que son alma y espíritu de todas las iglesias.
Además, el sincretismo cultural que encierra tantos matices entre su gente que bien podríamos tomar el término “morlacos”, puesto que, es una marca registrada de este pueblo. Por lo tanto, Cuenca, “Sultana de los cuatro ríos”, es arquitectura, arte, tradición, gente y sobre todo pasión; que esperan la visita de viajeros decididos a abrir sus horizontes culturales.