Daniela Reyes foto & texto
Siempre he pensado que la vida es un suspiro, depende de ti crear momentos y experiencias inolvidables. En cada aventura se aprende algo nuevo ya que, te hace sentir más vivo, con ganas de seguir disfrutando. No importa que hagas para gozar de tu corta estadía en este mundo, pero si lo que haces te llena de adrenalina, nerviosismo o temor; estás en el camino correcto.
Todas la actividades te llenan de lecciones, haciéndote valorar más cada segundo, o bueno esto me han enseñado los deportes extremos; cuando estás ahí parado mientras todo el cuerpo te suda, las piernas te tiemblan, sintiendo que el corazón se te va a salir; los recuerdos de tu vida pasan en cámara rápida, dudas, no te atreves, pero algo dentro de ti te anima, ¿sabes qué es?, tu lado aventurero, ese que quiere vivir esa experiencia inolvidable, ese que sabe que después de hacerlo te sentirás pleno, feliz y con ganas de volver a intentarlo.
Esta ocasión te hablaré de una de las experiencias más emocionantes que he vivido. Con un grupo de amigos decidimos viajar a Baños, porque como amante de la naturaleza siempre uno de mis lugares favoritos será el “Pailón del Diablo”, cuando planeamos este viaje ya íbamos con la idea de realizar bungee jumping así que, después de visitar las cascadas en las famosas chivas, sabíamos que ya era el momento de llevar a cabo la actividad pero la dejamos para el siguiente día.
¿Dónde realizar esta actividad?
Nos dirigimos al puente “San Francisco” que tiene una altura de 120 metros aproximadamente, todos íbamos muy entusiasmados por la idea de vivir algo diferente; a pesar de que me encanta realizar estos deportes, observé como varias personas se alistaban para lanzarse al vacío, de inmediato se arrepentían y los instructores no dudaban en ayudarles dándoles un “empujoncito” evitando que lo piensen mucho, en ese instante comencé a sentir miedo, me puse nerviosa; al poco tiempo me sentí muy valiente al saber que no saltaría sola sino acompañada de mi amigo.
Cuando un instructor se acercó a nosotros, le mencionamos que saltaríamos juntos, fuimos a los únicos que nos tuvo que dar muchas recomendaciones antes de hacerlo, remarcó la importancia de practicar el salto en pareja al mismo tiempo, ya que, si uno se tardaba en saltar tal vez por el peso o la velocidad la otra persona podría ser lastimada.
Ya al encontrarnos a pocos minutos de la «hora 0» nos empezaron a temblar las piernas y después de mirar hacia abajo hubo un instante en el que le regresé a ver a mi amigo, le dije “no puedo”, pero esas palabras no eran válidas para los instructores y sin previo aviso nos dieron un pequeño empujón y es así como dimos un brinco al vacío, que por un momento no te das por enterado que llevas atada a ti una cuerda hasta que quedas suspendido en el aire cerca del río.
La sensación al saltar es inexplicable, solo te puedo decir que después de realizarlo experimentas una increíble emoción y satisfacción; esas son estas pequeñas cosas que te hacen sentir viva; llena de energía para otra aventura.