Olvidemos por un momento que la Navidad es temporada de consumo, despilfarro y adornos multicolores y enfoquémonos en lo variopinto de los manjares que se preparan en aquella festividad.
Cerremos un momento los ojos y dejemos que los olores de los guisos nos remonten a la cocina de nuestras familias. Muy bien, ahora que están enfocados, ya distinguirán la variedad de alimentos que se apostan sobre las mesas de las familias ecuatorianas. Observarán que las más tradicionales se inclinan por el laureado pavo preparado en un sinfín de platos, ya sea relleno o emborrachado con vino tinto. Otras familias que quieren saltarse la barda de lo tradicional, se decantan por el lechón debido a su jugosidad y a terneza de la carne.
Pero, si hablamos de postres o de aperitivos dulces los famosos prestiños en miel de panela o los buñuelos a base de papa son quienes se llevan los vítores de los comensales, por su sencillez y delicadeza.
En definitiva, es una buena idea experimentar nuevos platos, siempre y cuando el objetivo sea el de compartir momentos especiales en el calor de la sinceridad y de las sonrisas brillantes.